jueves, 23 de diciembre de 2010

Los k’usillos de waca wacas y pepinos fueron las figuras del Jisk’a Anata

Un k’usillo miraba a un lado y a otro en la avenida Montes casi al mediodía. Se veía perdido en el punto de partida de la Entrada paceña Jisk’a Anata cumplida ayer. El personaje no hallaba a sus compinches de danza y aumentaba el desorden en ese punto de congregación de las 55 fraternidades participantes del festival.

“No sé si vine muy temprano o tarde, no sé si ya partieron”, contó. Fue la danza de los waca wacas la chispa que encendió la alegría a la Entrada de ayer, que junto a sus figuras, los k’usillos, animaron al público. Las agrupaciones de pepinos también resaltaron en la fiesta, a diferencia de la Farándula del domingo.

El vicepresidente de la Sociedad Andina de Conjuntos Folklóricos del Jisk’a Anata, Mario Flores, destacó la apertura a nuevas agrupaciones y la búsqueda de mayor participación autóctona y de provincias, cuyo requisito sea la preservación de la vestimenta como la música originaria. Este año se presentaron: Los Toritos de Pelechuco, los khantus de Charazani, danzas que inauguraron la pasarela carnavalera, además del Recojo de Tunas de Arequipa (Perú).

La Entrada se estrenó en 1995 con 20 conjuntos, ahora reúne 55 agrupaciones del altiplano, la amazonia y los valles. Entre ellas, italaques de la provincia Camacho y la saya de Yungas.

La diversión de ayer comenzó alrededor de las 12.30 con el paso de dos grupos autóctonos. Eran los khantus, que resonaban instrumentos de viento, los que dieron la bienvenida al baile.

Alrededor de las 14.30, a diferencia de gestiones anteriores, las graderías armadas para el público no estaban llenas por completo. Arminda Solar (47 años) arma esos lugares durante años. “Tuve que reducir los precios porque vino menos gente que otros años”, se quejaba, pese a que sus puestos estaban cerca del palco. Seis vendedoras de asientos coincidieron en que hubo menos demanda que años pasados.

Pasado el mediodía apareció el grupo de waca tokoris, que con su ritmo marcado hizo vibrar a la gente alrededor de la plaza Pérez Velasco, con el jugueteo del personaje de torero y los “toritos” que se acercaban al gentío para hacerlo animar.

En medio de saltos y vítores, un trío de k’usillos se hizo sentir delante de la banda y fueron quienes arrancaron los primeros aplausos. Como ellos, dos grupos de wacas fueron los que más avivaron la Entrada.

Algunos participantes tuvieron un poco más de desorden que gestiones anteriores. Con el bombo como carta de presentación, después apareció la primera comparsa de pepinos, la Fraternidad Inti. Aunque esa figura carnavalera representa desorden y algarabía de la fiesta de carnestolendas, lucían pulcros en sus trajes azul y plateado, con las coreografías coordinadas.

Un ch’uta espectaba junto a su cholita cómo pasaban y al ser consultado por qué no estaba con su fraternidad, respondió: “Al llegar a la concentración la gente de la Oficialía de Cultura me dijo que mi grupo había partido, así que tuve que correr para darles alcance y aquí supe que todavía no fue nuestro turno”. Era Carlos S., quien ya baila cuatro años en Los Kory Chuymas, quienes partieron a las 14.00.

La tawaku (reina del evento), Laura Guzmán Rivera, estaba en el palco animando a cada danza que pasaba. Ella destacó: “Las entradas folklóricas tienen peso, lo bueno es que el Jisk’a Anata, con mucho esfuerzo, quiere dar un espacio a estas danzas originarias”. La Reina participa en el grupo Kachuiris de Puerto Acosta, de la provincia paceña Camacho, del que forma parte desde 2008.

Las vendedoras de asientos se quejaron de la falta de público.

Hubo menos uso de agua

La celebración del Jisk’a Anata cumplió ayer 15 años de presentación en el lunes de Carnaval y se consolida como una de las manifestaciones más importantes del Carnaval paceño. Destacó el uso moderado de agua, que fue combinado por el juego con espumas.

El evento carnavalero fue acompañado por el buen tiempo, aunque comenzó a nublarse alrededor de las 17.00, lo que no empañó este festejo que da paso al Martes de Ch’alla, que es otra institución boliviana.

La fiesta, que fue realizada bajo el nombre de “Tradición y diversidad en la Fiesta de la Alegría”, citó a los grupos desde la plaza Eguino, que continuaron por la Pérez Velasco, pasaron por El Prado, ingresaron a la calle Bueno, tomaron la avenida Simón Bolívar y concluyeron en el estadio Hernando Siles.

La Jisk’a Anata, que significa juego chico en aymara, cumplió su objetivo: demostrar lo diverso de las danzas autóctonas del departamento el lunes de Carnaval, que “antes era muerto”, según la Sociedad Andina de Conjuntos de esta organización.

La Entrada

55 fraternidades inscritas participaron este año en esta fiesta autóctona y folklórica de la ciudad de La Paz.

Fue creada en 1995, como iniciativa para destacar danzas de las provincias del departamento paceño.

20 comparsas participaron aquel entonces; este año además se sumaron dos bailes originarios nuevos.

Entre los grupos esperados se hallan Los Olvidados, que con cantos y mandolinas animan con música del recuerdo.

El grupo Primavera también recibió muchos aplausos del público asistente al explayar su coreografía de cuecas.

El último gran festejo será el domingo, cuando se efectúe el Entierro del Pepino y la Entrada de ch’utas.

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