Oruro vive uno de los momentos más importantes del año y se apresta a celebrar su Carnaval, que es la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. Y sus habitantes se preparan para el acto devocional y festivo de distintas formas.
Por ejemplo, los danzarines se encargan de la preparación de su vestuario, coreografía y danza; los músicos ensayan incesantemente para tener todo listo para su presentación con nuevas melodías y coreografías que son parte del espectáculo.
Mientras que los bordadores están contra el tiempo en la confección de los trajes, amanecidas y trasnochadas, para dejar a punto creaciones que son la admiración de propios y extraños.
Pero, el trabajo no solo es de ellos, también de autoridades departamentales, trabajadores del municipio, la Policía, el Ejército y otros.
Sin embargo, a todo este conglomerado grupo, están quienes se dedican a investigar acerca de las raíces del Carnaval de Oruro, periodistas, etnógrafos, antropólogos, historiadores, etc., etc., y etc.
Trabajo silencioso que luego es requerido por aquellos que aman las tradiciones, el folklore y por supuesto el Carnaval de Oruro. Y uno de ellos, es precisamente, don Jorge Vargas Luza, quien el viernes 11 de febrero presentó un nuevo trabajo bibliográfico en el Club Oruro, que fue bautizado como: "La Diablada del Carnaval de Oruro (la minería, la Candelaria, la diablada)".
EL LIBRO
"Quizás muchas personas opinen que es fantasioso o ridículo, pero lo cierto es que la primera vez que escuché la palabra Socavón fue cuando mi abuelita Nieves me llevó de la mano a escuchar misa el día que yo cumplía cuatro años; es más, recuerdo algunos pasajes de esos momentos como una película que me transporta al pasado y que marcó un hito en mi vida, que no es nada fuera de lo común", manifiesta el autor en su preámbulo.
Y continúa: "Papá, Julián Vargas Godoy, ya bailaba de diablo desde 1947 en la Fraternidad la Diablada, lo había hecho desde muy joven y estaba claro que llevaba dentro de sus aspiraciones transmitir e inculcar en su nueva generación la devoción a la Virgen y la pasión por nuestro folklore, cuando en un arranque de generosidad y amor por su familia, cuando yo cumplí seis años, hizo que junto con mi hermano Eduardo ingresemos a formar parte de la Diablada en 1960, vestidos con el simbólico traje de diablo".
Vargas refiere que con la misma ansiedad que se espera la Noche Buena para recibir los regalos, se espera también el momento para disfrazarse de diablos, luego de haber cumplido religiosamente, el Convite y los ensayos.
"Eran las dos de la tarde cuando, en presencia de mamá Amanda y mi abuelita, comenzó el "ritual de vestirnos" con el encendido de una velita a la imagen de la Virgen del Socavón existente en la casa que data de 1810, una oración y "¡ahora sí…!, que vengan los trajes".
"Llegamos al Parque de la Unión Nacional, donde se concentraban los conjuntos en espera de su turno de participación, cuando llegué mi primera impresión era de algarabía total, las bandas de músicos, las llaucheras (vendedoras de empanadas conocidas con el nombre de llauchas), los pepinos, algunos danzarines en el afán de terminar de vestirse u otros que protestaban contra los careteros, que les habían entregado recién sus máscaras pintadas, mientras las aceras de las calles 6 de Octubre se iban cubriendo de aguayos, banquitos y sillas que los vecinos utilizaban con el fin de reservar lugar para mirar la "entrada", que no duraba más de tres horas", recordó.
Ese detalle y otros, le llevaron a Vargas a vivir enamorado de su tierra, pero no solo de ella, sino de su riqueza, como es el Carnaval de Oruro. Motivo que le sirvió de inspiración para plasmar una segunda obra, dedicada a la Obra Maestra.
La primera fue titulada: "La Diablada de Oruro, sus máscaras y caretas". El libro de nuestro autor reconoce la historia de la diablada en todas sus manifestaciones artísticas para explicar su significado religioso y mítico, desde sus orígenes precolombinos hasta nuestros días.
ORIGEN
Vargas afirma que si bien es cierto que no se tienen antecedentes fidedignos sobre la aparición de la danza de la diablada, se da hipotéticamente como tal el año 1789. Pero tanto los mineros como demás moradores de la Villa --hoy Oruro-- la practicaban con mucha anterioridad entre sus danzas y rituales costumbristas, que no pudieron ser anulados por los catequizadores y "extirpadores de idolatrías".
Por su características mítico - católicas, dio lugar a una simbiosis (mezcla) sin precedentes, recibió la denominación de diablada hasta que las autoridades de la Iglesia y pueblo en general "oficializaron" ó "legalizaron" su permanencia social con atributos, altamente cristianizados.
"Diablos…diablada…¿Quiénes y cómo eran? ¿Cómo bailaban?, ¿Cómo se disfrazaban?, son algunas de las muchas interrogantes que flotan el mar de las curiosidades y de las dudas. Pero tengo una pregunta fundamental: ¿Se podrá determinar en algún momento una fecha por lo menos aproximada o llegar a la más antigua?, creo que sí y para llegar a esto estudiamos primero al ser humano Uru, que por la imperiosa necesidad de supervivencia aceptó y soportó a sus conquistadores pre y post coloniales, sin llegar a ser sometido de manera definitiva, de ahí que sus usos y costumbres permanecieron fuertemente arraigados hasta nuestros días".
Vargas describe que los indios por ser tan pobres como eran, siempre guardaban para sus fiestas sus mejores galas. Por ello, no era posible encontrar en las primeras representaciones de diablos atuendos fuera de su uso común y de trabajo y menos de las características actuales.
Señala que habrá que imaginar al diablo vistiendo sus calzones de bayeta, culeros y polkhos u ojotas fabricados en cuero de llama u oveja.
Una importante pauta es la acostumbrada ceremonia de la tinka y la achura, que consiste en el intercambio de presentes ocasionales entre patrón y obrero para las fiestas del Carnaval, llegado de España, que permitirá el asueto de tres días en todas las faenas.
"A partir de 1750 aproximadamente, encontré trabajos con calidad de bordado, con materiales como hilos de Milán en oro, plata, algodón y finas mechillas, realizados para las vestimentas de los sacerdotes que están en el Museo del Santuario del Socavón de Oruro, muy similares a la calidad de las pecheras y pollerines, usados en el disfraz del diablo de Oruro, hecho que permite afirmar que alrededor de 1750 esta danza ya tenía sembradas sus semillas con características propias en esta ciudad".
Otro detalle que llama la atención es la presencia de una estrella de cinco puntas bordadas en las pecheras desde épocas tempranas, y en algunos casos, hasta la actualidad, en el entendido de que la Virgen del Socavón es la Estrella de la Mañana y su permanencia representa el aura, por tanto, estos elementos se constituirían en los primeros del disfraz.
En relación a la careta o máscara del diablo de Oruro, que es el principal elemento de identificación en este antruejo, a diferencia de "otras latitudes del Universo" donde se hayan podido desarrollar estas manifestaciones, cada cual a su turno y con sus propias características.
Los pueblos preincaicos, tenían entre sus fiestas de sentido ritual con danzas como las mimulas, choquillas, entre otras, que tenían la tendencia a cubrir el rostro con pieles de ciertos animales.
Tras todos esos antecedentes, antes de 1789 cuando apareció la imagen de la Virgen del Socavón, permiten establecer que la danza de la diablada como tal está basada en la siguiente estructura fuertemente ligada a la devoción de la Virgen María, en advocación de la Candelaria del Socavón de Oruro, sin descuidar la mitología orureña.
A esos antecedentes se suman las leyendas del Chiru–Chiru, el Nina–Nina, la novena compuesta a la Virgen del Socavón por el vicario de Oruro, Emeterio Villarroel, la composición del Auto Sacramental que da vigencia al r
elato de los diablos, escrita en 1818 por el párroco, Ladislao Montealegre.
Por otro lado, el autor, asegura que la coreografía de la Diablada es significativa, en cada uno de sus movimientos o figuras realizadas en escenario representa temas identificados con la expresión devocional, que le den el cariz dogmático. "Ninguna mutación es realizada al azar, por lo tanto, es única en su género".
En síntesis Vargas resume su libro en el siguiente concepto: "El diablo de Oruro por sus peculiares características, se constituye en el símbolo de la devoción a la Virgen del Socavón".
TEMAS
En su libro, Jorge Vargas también hace alusión a otros temas como la música de la diablada, sus personajes, la coreografía, el relato de la diablada y retrotrae una parte de su anterior libro referido a la Diablada de Oruro, con el tema máscaras y caretas.
Consideramos que es un aporte muy significativo, no solo a la cultura orureña, sino también al engrandecimiento del Carnaval de Oruro, y dejar establecido de una vez por todas que la esencia misma de la diablada nació en el pueblo Uru y su evolución se dio posterior a la fundación de la Villa San Felipe de Austria, y ahora se constituye en la esencia de la Obra Maestra.
Así otros departamentos o países, continúen utilizando a los medios de comunicación, para poner en duda que su origen está en otras latitudes, sabiendo que toman en cuenta, las características principales del diablo de Oruro.