El Carnaval no solo se festeja en las principales ciudades del país y en las poblaciones intermedias, sino también en comunidades indígenas, como las del Chaco boliviano donde se celebra el Arete guasu, la festividad más importante de la cultura guaraní, en la que se agradece por la cosecha del maíz y el fin del año agrícola.
La definición de Arete guasu corresponde a Fiesta grande, aunque actualmente se lo traduce como Carnaval grande, al intentar relacionar esta celebración con las fiestas carnestolendas del calendario gregoriano, debido que todos los años coinciden con las fechas en que ambas tienen lugar.
En el territorio nacional, el arete se celebra en diversas poblaciones que corresponden a la región del Chaco boliviano y abarca los departamentos de Santa Cruz (provincia Cordillera), Tarija (Gran Chaco) y Chuquisaca (Luis Calvo y Hernando Siles). Durante la fiesta, familias y comunidades completas de la zona se trasladan de un lugar a otro para conocerse y compartir, porque el que ha cosechado sus frutos tiene la obligación de ser solidario y cumplir con los valores de su cultura, como el intercambio y la reciprocidad. La música, la vestimenta y el encuentro de nuevas parejas son los principales atractivos de la reunión.
Organización
Según el investigador Damián Vaca Céspedes, el Arete guasu era precedido del atico, que consistía en una especie de organización de la fiesta del arete, principalmente la preparación de la chicha y el retiro al monte, que era obligatorio para la elaboración de las máscaras, como un hecho íntimo del guaraní que encarnaría un espíritu aña. “La música no debía ser escuchada en el pueblo, sino que su preparación estaba ligada al monte, de donde poco a poco se .0 acercando desde un leve murmullo, hasta tomar presencia en la comunidad y hacer partícipes a todos, de esta forma había terminado la época del atico y empezaba el arete”, explicó Vaca.
El escritor e investigador chaqueño David Acebey se refiere a esta festividad como parte de las reuniones sociales ava guaraní, que antiguamente podían durar entre dos días y un mes, si el año agrícola era bueno. “Actualmente el arete ava es festejado entre dos y seis días. Este su ñande reco, como llaman ellos a su forma de ser, es criticado por patrones blancos con la misma dureza que lo hicieron los cronistas franciscanos. Además de agricultores y guerreros indomables, los ava son una cultura alegre. La naturaleza fue benévola con ellos. Muchos ríos bañaban sus tierras y los bosques les brindaban carnes, remedios, mieles y frutos silvestres. Todo esto les permitió disponer de bastante tiempo libre, que ellos transformaban en alegría compartida”, mencionó Acebey, que habla de la fiesta en su libro Quereimba: apuntes sobre los ava-guaraní en Bolivia.
En la obra, editada por primera vez en 1992, Acebey indica que la bebida que continúan elaborando para las reuniones sociales en la región es el cagui o chicha cagui, en base al maíz. “Esta bebida tiene un grado alcohólico bajo, pero es común que la beban antes de que fermente, como refresco durante el trabajo o lo utilicen para agradar a las visitas, cosa importante para quienes han hecho de la hospitalidad un culto. El cagui, para ellos es todo. Cuando lo toman incluyendo el grano de maíz, es desayuno o cena”, añadió Acebey.
El arete constituye la festividad de integración en las que los parámetros temporales desaparecen, interactúan los guaraníes con sus ancestros terrenales y espirituales y se relacionan con el entorno de la naturaleza, con el que forman una sola unidad.
Damián Vaca menciona que en comunidades guaraníes de Paraguay definen el arete como un ‘gran día verdadero’ en el que la celebración se origina en un mito: “Un día, el guará tumpa (zooro dios) pide al verdadero tumpa (dios) el permiso para celebrar fiestas con su pueblo, porque todos los otros tienen fiestas, hasta mensualmente. Dos veces rechazado su pedido, pide por lo menos una fiesta de tres días, lo que tumpa autoriza. Aguará tumpa, sumamente feliz, comienza a bailar y sus acompañantes, aunque advertidos, no resisten la tentación de hacer lo mismo. Y así surgió el arete”.
Música
Las tonadas del Carnaval son ejecutadas por un temimbü o quena y varias angua o cajas. El número de cajeros, es una de las referencias de la calidad de la fiesta. La quena viene a ser el instrumento fundamental: dirige los cambios tonales en la percusión y el rumbo de la rueda, a través de una señal en la melodía. “Muchos de los que participamos desde nuestra niñez en el arete, asegurábamos que la música ava era monótona, porque las cajas son tantas que se pierde el sonido de la quena. Pero cuando colocamos la grabadora pegada al instrumento de viento, comprobamos que las melodías del arete pasan de 100 y que las saben todas, no repiten las ya ejecutadas. Solo una de ellas tendría nombre propio: el Yagua-Yagua que se la interpreta cuando el personaje que representa al tigre, sale a escena”, dice Acebey.
Entre las formas de danzar en la fiesta, la más común es una rueda intercalada por danzarines de ambos sexos. Todos llevan un paso muy rítmico. Generalmente el baile lo comienzan las mujeres y luego se van integrando los hombres a la rueda. Cuando faltan hombres, pueden agarrarse de las manos entre mujeres, pero no entre varones. También bailan por parejas, agarrados de las manos. Llevan el mismo paso de la rueda, pero no giran en círculo. Durante el baile se escuchan sapucais, gritos de guerra ejecutados por hombres.
Máscaras
Vaca afirma que las máscaras talladas son elaboradas de madera de toborochi, adornadas con plumas y diseños de diferentes colores. “En la actualidad, debido a la incorporación de materiales nuevos, utilizan latas que llegan a la zona como recipientes de alcohol, otras son hechas de cuero, tela o en último caso se recurre al cartón”, indica el investigador.
“Estas caretas se llaman aña aña y se elaboran todos los años. En la mayor parte de la avarenda las utilizan solo para el Carnaval. Cuando botan la fiesta, hacen lo mismo con los aña-aña, que representan a los espíritus del bien, a los espíritus de los ancestros”, complementa Acebey.
Cambios
En los últimos años, como parte de las políticas nacionales de promoción de la cultura y el turismo, se han difundido algunas de las principales fiestas de los pueblos, como la Ichapekene Piesta, en San Ignacio de Moxos, que fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco. En el caso del Arete guasu la Asamblea Departamental de Tarija aprobó el año pasado la Ley que reconoce y declara la fiesta institución cultural del pueblo guaraní, como patrimonio cultural tangible e intangible del departamento.
El investigador Héctor Molina lamentó que las autoridades locales no se preocupen de que la fiesta del arete no haya sido muy difundida entre la sociedad cruceña y recién se le esté tomando atención en algunos acontecimientos. “Hoy vemos que se le pone el nombre de Arete guasu a los camarotes en el corso, pero con eso no es suficiente. La Gobernación, con su departamento de Turismo, debería preparar la fiesta para que mostrarla sin distorsiones”, aseguró Molina
La esencia de la celebración
Los aña aña
Son una mezcla de bufones y autoridad. Juegan y hacen representaciones graciosas para alegrar la fiesta, controlan que todos bailen y a los mirones los llevan del brazo, hasta la rueda del baile. Portan un bastón de mando, que es una ortiga llamada itapallo. Con este arbusto ellos amenazan a quienes no cumplen sus órdenes.
Los cuchi-cuchi
Son niños varones que embadurnan su cuerpo con barro y luego persiguen -especialmente a mujeres- para ensuciarles el vestido. Para esta fiesta todos estrenan, o por lo menos lucen, sus mejores galas. Representan a los chanchos.
El yagua-yagua
Es la representación del espíritu de la naturaleza en todo su esplendor y agresividad y en la lucha que sostiene con el toro-toro traslada su significación a la esencia guaranítica. En la pelea del yagua con los aña-aña, el primero representa el mal y los segundos el bien.
Final de la celebración
El arete llega a su fin cuando la chicha se ha terminado en toda la comunidad. Hay referencia a que las celebraciones en buenas ocasiones de cosecha han sobrepasado los días de la semana. El acto final es llevar la celebración hacia las orillas del río y arrojar todas las máscaras.