Restos de orín y heces sobre la avenida Defensores del Chaco y las calles adyacentes; ebrios tirados aquí y allá, son pruebas de los excesos. “El domingo, en una asamblea, hablamos sobre estas fiestas. Cuando terminábamos, representantes de los folkloristas y vendedores de cerveza vinieron y comenzaron las agresiones verbales y las amenazas. Llovieron piedras”, contó Freddy Flores, presidente de la junta vecinal.
“El fin de semana ningún grupo tenía permiso, pero poco pudimos hacer para evitar que se instalen, porque llegan a ser más de 400 personas por fraternidad”, dijo el comandante de la Estación Policial Integral de Chasquipampa, mayor Sergio Valdivia.
Según David Mendoza, sociólogo y coautor del estudio “No se baila así no más”, la zona era tierra indígena que luego pasó a poder de grupos sociales adinerados, sin embargo las fiestas continúan arraigadas en el territorio y la fiesta patronal es su expresión.
Según los vecinos, hay al menos 30 fraternidades, y los 300 efectivos, divididos en tres turnos, que despliega la Policía para ejercer control, son insuficientes. La Razón visitó ayer Cota Cota y Chasquipampa y conversó con 12 vecinos, quienes coinciden en que estos excesos malogran la entrada de la Virgen de La Merced —la segunda más importante de La Paz después de la del Gran Poder—, que se celebra el 24 de septiembre en Cota Cota.
Este diario no pudo hablar con los dirigentes de los folkloristas porque llegan a bailar de otras zonas de La Paz. “Los lunes en la mañana —agrega Sebastián Rodríguez—, el espectáculo es deprimente. Las vías están hechas un asco, hay borrachos botados. Eso, sumado a que no dormimos”.
“Esas personas ni siquiera son de la zona y cuando les reclamamos, se ponen agresivos”, señala Juana Marcial. Ver menores de 13 a 16 años bebiendo en la noche o encontrar prendas íntimas de mujeres tiradas en la calle, es moneda corriente, dicen en sus testimonios algunos consultados.
“En este lugar no se respeta nada y la Alcaldía (de La Paz) les sigue dando autorizaciones para hacer sus fiestas”, reclamó Flores. Este diario intentó comunicarse con la subalcaldesa del Macrodistrito Sur, Jeanette Ferrufino, para conocer qué hace el Gobierno Municipal para evitar estos excesos, sin embargo, no tuvo éxito.
Excesos en la villa Victoria
Jesús Conde Ramírez, vecino de la zona Villa Victoria, denunció con fotografías, a través del portal En Línea con el Alcalde, los excesos que hubo durante la celebración de la fiesta patronal en Villa Victoria, al norte de la ciudad. “La zona amaneció con gente botada en las calles, varios eran menores de edad, las vías quedaron cortadas por vendedores. ¿Por qué la Alcaldía no hace control?”, cuestionó.
Fraternidades aprovechan disputa limítrofe con Palca
El conflicto de límites entre los municipios de La Paz y Palca es aprovechado por los folkloristas, pues si uno de ellos no avala el uso de vía para ensayos y entrada, acuden al otro. El comandante de la Estación Policial Integral de Chasquipampa, mayor Sergio Valderrama, explicó que cuando una fraternidad tiene autorización, la Policía da apoyo para habilitar vías alternas, dirigir el tránsito, entre otros. “Pero a veces nos ponen en figurillas porque si uno avala, el otro rechaza. Se complica nuestro accionar, son autoridades”, apuntó.
Análisis. En criterio del sociólogo David Mendoza, coautor de la investigación “No se baila así nomás”, las manifestaciones folklóricas se degradan cuando hay excesos, como en el consumo de bebidas alcohólicas.
“Toda fiesta implica un consumo de bebidas y comida, pero en exceso degenera cualquier tradición. Chasquipampa era tierra indígena que pasó a clanes sociales más pudientes, pero aún mantiene su fiesta patronal como expresión. Los vecinos deben respetar el folklore y los bailarines, respetar el espacio público”.
Vecinos protestan por las fiestas
Elsa Marín Mercado: Ama de casa, vecina de la calle 50
Todos los domingos, desde mayo hasta el 24 de septiembre, es lo mismo. Los bailarines cierran las vías, arman sus tarimas y nos tienen sometidos a sus parlantes, borracheras y escándalos toda la noche. Las calles se vuelven baños y encontramos ropa interior.
Felipe Coronado: Contador, vecino de la calle 41
La borrachera es increíble y ha desviado todo lo folklórico. Entre hombres y mujeres se pelean, hacen sus necesidades en todo lado. No hay caso de circular con coches. A nosotros con la bulla nos hacen trasnochar, y no hay ningún tipo de control.
Cristal Ostermann: Escultora, vecina del barrio Anutha Hansa
Como desde la 35 comienzan a cerrar las calles, los coches se desvían por nuestra zona para ingresar y salir de Chasquipampa. El ingreso se ha convertido en urinario y las calles empedradas, sobre lo que están deterioradas.