domingo, 19 de junio de 2011

El público se extasía a lo largo de ocho kilómetros de la ruta

Sin la atención de tiendas comerciales, habituales en un sábado por la tarde, la ciudad y sus calles populares quedaron extrañamente desiertas.

Los almacenes y galerías ubicadas en la zona del Gran Poder y sus alrededores tenían las puertas cerradas y las calles de esa zona habían sido invadidas por un inmenso improvisado mercado de frutas y otros artículos comestibles para satisfacer las necesidades de las decenas de miles de espectadores.

Las familias se disputaban con algarabía las sillas, butacas y asientos en andamios, a 10 bolivianos donde no era muy fácil apreciar el paso de los bailarines y a 30 y 50 bolivianos en los lugares más altos y, en algunos casos, con derecho a una cerveza en lata, como en la avenida Buenos Aires.

A primeras horas del día, en la intersección de esa avenida y la calle Los Andes, Evangelina Salazar y su esposo, presurosos, clavaban los seguros de sus tablones. “Con este trabajo, sólo una vez al año podemos ganar algo, preferimos estar aquí cerca a la gente, porque abajo los bailarines ya no ejecutan las danzas porque están cansados, y eso a la gente no le gusta”, dijo el afanado vecino.

EL ALCOHOL. El expendio de bebidas alcohólicas es de gran volumen. Durante el transcurso de la fiesta, se apreció a cientos de vendedores que ofrecían cerveza, whisky, chuflay en botella, ron en lata y algunas bebidas más.

Casilda Choque relató que se levantó a “las tres de la mañana para vender un cerdo horneado con verduras y latas de cerveza. En esta fiesta se gana bien, sobre todo si tengo la ayuda de mis hijos, porque es un día cuando me faltan manos para cobrar”.

Mientras habla, la vendedora corta en trozos a toda prisa su comida porque se acerca la fraternidad Unión Comercial.

Algo que se aprecia en las calles del barrio de Chijini es que algunas casas se habilitan para cobrar por el uso de mingitorios. En la calle Eloy Salmón se habilitaron los baños de algunas viviendas. El servicio costaba un boliviano.

Entre la comida que se vendió, la cerveza y la fruta expuesta, este panorama es típico de la fiesta paceña.

Tampoco faltaron los vendedores de gorros y algunos que ofrecían la historia de las danzas y las fraternidades, de periódicos y de cuanto producto se pueda imaginar...

Cifras destacadas

1 novedoso grupo yungueño, la Saya Afroboliviana, destacó por su sonoridad. Con instrumentos traídos de las regiones tropicales, el grupo acompañó el inicio de la entrada a la comitiva institucional. Inevitablemente, más de una autoridad se “movió” al ritmo afroyungueño, grupo formado por el Movimiento Cultural Saya Afroboliviana y 20 músicos entre autoridades y afrodescendientes.

20.000 músicos se prevé que desplieguen su participación en la entrada folclórica. Llamó la atención que la banda Espectacular Poopó de Oruro interpretara su música con cascos de minero. La banda Pagador de Oruro tiene en sus filas una intérprete mujer, que se situaba al centro de todos los demás componentes y músicos. Ella toca los platillos con un vestido corto y unas botas altas de china morena.

Fuente La Prensa

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