Con las miradas fijas y confinados a soportar el frío y el sofocante sol, cientos de maniquís de la calle Los Andes tuvieron por varios días la misión de modelar los artísticos trajes, adornados con lentejuelas, bordados con hilos de oro y plata, entre otros detalles, que serán lucidos hoy en la entrada folklórica que reunirá a miles de devotos del Señor Jesús del Gran Poder.
Mostraron al público los imponentes trajes que varían desde 600 bolivianos hasta más de 500 dólares, todo depende de los adornos, el tipo de tela y la calidad del trabajo. No faltaron aquellas tiendas que fletaban las prendas y pedían como garantía documentos de identidad, dirección del domicilio y un monto económico que variaba entre 180 y 500 bolivianos por día.
Los danzantes se aproximaban a los bordadores de esa calle, que por varios años diseñaron trajes que reflejan la cultura boliviana en el país y en el ámbito internacional. Con papelitos en la mano, buscaban la dirección para recoger su indumentaria, y en algunos casos dieron los toques finales a sus botas de caporales, trajes de thinkus o sacaron el brillo a sus imponentes caretas de diablo.
No faltaron las fraternidades que contrataron minibuses o taxis para que recojan los pedidos. “Es una gran fiesta de alegría”, dijo uno de los danzantes en el lugar.
Los detalles también son importantes
“Muchas personas llevan suspensores, ganchos en docenas para arreglar sus trajes que les quedaron grandes o les faltó algún detalle. También compran boleros, puñeras, bolachas, cascabeles para sus botas, sus trajes, además de otros adornos”, señaló Marco Antonio Quispe, uno de los vendedores de la calle Los Andes.
Los bailarines que recogieron sus trajes no escatiman gastos para prevenir cualquier incidente, sea que se rompa una tira de su vestido o se caiga un cascabel de sus botas.
No faltan aquellos que quieren aumentar las decoraciones en su indumentaria. Muchas de las mujeres incluso hacen filas para que les pinten las uñas por cinco bolivianos.
Asimismo, los comerciantes que buscan lucros con la entrada iniciaron ayer la instalación de graderías para que la población pueda ver el evento. Los precios varían desde 20 bolivianos hasta 50, según la ubicación.
Mostraron al público los imponentes trajes que varían desde 600 bolivianos hasta más de 500 dólares, todo depende de los adornos, el tipo de tela y la calidad del trabajo. No faltaron aquellas tiendas que fletaban las prendas y pedían como garantía documentos de identidad, dirección del domicilio y un monto económico que variaba entre 180 y 500 bolivianos por día.
Los danzantes se aproximaban a los bordadores de esa calle, que por varios años diseñaron trajes que reflejan la cultura boliviana en el país y en el ámbito internacional. Con papelitos en la mano, buscaban la dirección para recoger su indumentaria, y en algunos casos dieron los toques finales a sus botas de caporales, trajes de thinkus o sacaron el brillo a sus imponentes caretas de diablo.
No faltaron las fraternidades que contrataron minibuses o taxis para que recojan los pedidos. “Es una gran fiesta de alegría”, dijo uno de los danzantes en el lugar.
Los detalles también son importantes
“Muchas personas llevan suspensores, ganchos en docenas para arreglar sus trajes que les quedaron grandes o les faltó algún detalle. También compran boleros, puñeras, bolachas, cascabeles para sus botas, sus trajes, además de otros adornos”, señaló Marco Antonio Quispe, uno de los vendedores de la calle Los Andes.
Los bailarines que recogieron sus trajes no escatiman gastos para prevenir cualquier incidente, sea que se rompa una tira de su vestido o se caiga un cascabel de sus botas.
No faltan aquellos que quieren aumentar las decoraciones en su indumentaria. Muchas de las mujeres incluso hacen filas para que les pinten las uñas por cinco bolivianos.
Asimismo, los comerciantes que buscan lucros con la entrada iniciaron ayer la instalación de graderías para que la población pueda ver el evento. Los precios varían desde 20 bolivianos hasta 50, según la ubicación.
Cambio
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