lunes, 20 de febrero de 2012

Bandas de música hacen de las suyas en el Carnaval de Oruro

Las máscaras de la diablada escupen fuego mientras que los trajes de caporales son cada vez más imponentes; sin embargo, pese a ese despliegue y elegancia, las bandas son las que se llevan los mayores aplausos durante la entrada del Carnaval de Oruro.

Con estandartes y finísimos uniformes, la banda intercontinental se abre paso acompañando a la morenada de los Cocanis (o viceversa). En realidad, son los danzarines los que se mueven al paso que dicta la banda “internacional”.

Con trajes rojos, sus nombres bordados y sombreros en los que se lee Poopó, los platilleros lanzan sus instrumentos musicales por el piso y ejecutan movimientos sincronizados. Tras ellos, la segunda línea juega con sus platillos como si se tratasen de objetos de malabarismo.

Los trompetistas, en cambio, juegan con sus instrumentos y alternan entre ellos para que la música nunca deje de sonar. Al fondo pasan los trombones con una fuerza que es imposible que pase inadvertida.

“Es la gran Poopó, es invencible”, concluye Silvana Méndez, una fraterna que baila kullawada. La chuquisaqueña añora danzar morenada o diablada el próximo año, sólo para moverse al ritmo del famoso conjunto.

El anterior fin de semana en Oruro se efectuó el festival de bandas. Más de 10.000 músicos fueron parte de una exhibición sincronizada, sin embargo esta muestra no fue tan grande como la vivida ayer. Sucede que hace ocho días los mejores bloques de las bandas bolivianas estuvieron en Perú, contratados para la fiesta de la Candelaria, la expresión folklórica más importante del país vecino.

Página Siete constató en Puno, a través de una enviada especial, que las morenadas y los caporales que se bailaron en aquella festividad iban acompasados por músicos/artistas de Bolivia.

La banda EspectaculaR (sic) lució trajes blancos y casacas doradas. La diablada debe ser la danza más celebrada y festejada en el carnaval y ayer, una vez más, el público vitoreó con más fuerza a los músicos.

“Los danzarines son aplaudidos y contemplados, pero las bandas son aclamadas, la gente vibra cuando las tiene al frente”, explica el etnógrafo orureño Mauricio Toro. Tiene razón.

Ayer, cuando pasó la diablada Ferroviaria, los espectadores saludaban a los osos y reclamaban besos a las chinas. Pero cuando la banda estuvo frente a ellos, todos los asistentes se unieron en una sola aclamación que se mantuvo durante todo el trayecto.

Orgullosos, los músicos celebraban saludando a los asistentes y algunos hicieron una pausa para compartir un poco de cerveza.

Hace dos años, una envidiosa Asociación de Conjuntos del Folklore de Oruro emitió una resolución que prohibía a las bandas practicar coreografías durante la entrada. Los músicos protestaron y amenazaron con no participar más del espectáculo. Ganaron la pulseta: ayer se exhibieron nuevamente. Sin ellos no existiría el carnaval.

Más sobre la fiesta

Preparación

El punto de concentración de los danzarines fue en la esquina de la calle Potosí y Aroma. Ahí, previamente al ingreso de las fraternidades, ellos se ponían a punto para la fiesta.

Detalles

Los varones se esmeraban en su vestir y las mujeres no perdían detalle de su peinado y maquillaje.

Servicios

En las aceras se instalaron puestos ambulantes donde trenzaban y hacían “maquillaje de fantasía” a las bailarinas.

Dedicación

Juana Condori, una peluquera, empezó a ofrecer sus servicios desde las 4:00. Dijo que no pararía hasta hoy.

Precios

Por el trenzado se cobraba 25 bolivianos, mientras que por el maquillaje 35 bolivianos. El pintado de las uñas costaba diez.

Control

Todas las fraternidades fueron controladas por la Asociación de Conjuntos del Folklore de Oruro (ACFO), quienes verificaban que ninguno de los danzarines ingrese en estado de ebriedad o con bebidas alcohólicas.

Supervisión

Ángel Arancibia, responsable del área operativa de la ACFO, indicó que se debe tener más cuidado a medida que pasan las horas, pues en la tarde “se distorsiona todo”.

Alcohol

A pesar del control, una vez que comenzaban a bailar, los danzarines hacían el recorrido bebiendo cerveza, sin preocupación de ser “sorprendidos”.

Expectativa

En el punto de concentración había nerviosismo entre los bailarines y los músicos. Mientras unos se afanaban en estar impecables, otros ensayaban los pasos y unos cuantos las notas musicales. Había muchos niños entre los danzarines y los músicos de las bandas.

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