Junto a los casi 60.000 danzarines desfilan hoy cinco mil músicos que el sábado pasado tocaron en conjunto en una demostración que figura en el Guiness.
Una centenaria danza de diablos abrió este sábado el mayor desfile del carnaval en Bolivia que en Oruro es una extraordinaria muestra folklórica calificada por la Unesco Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
En una jornada plena de sol, la primera en una semana lluviosa, miles de danzarines de 48 conjuntos representativos de la riqueza cultural de los indígenas de distintas regiones iniciaron temprano un desfile que concluirá en la madrugada del domingo.
La "Tradicional Auténtica Diablada de Oruro", fundada en 1904 y ahora conformada por más de 2.000 danzarines abrió la marcha que recorre cinco kilómetros desde las afueras de la ciudad y culmina en el templo de la Virgen del Socavón.
La danza de los diablos es una representación de la lucha entre el bien, encarnado por el Ángel Miguel que encabeza el grupo de danzarines, y el mal representado por Lucifer seguido de una corte de diablos, que simbolizan los siete pecados capitales.
Fieles a una tradición de siglos, los danzarines ingresan de rodillas al templo de la Virgen de la Candelaria, patrona de los mineros, para ratificar su promesa de participar en el homenaje que le rinden en carnaval al menos tres años seguidos.
El que los danzarines culminen su recorrido rendidos a los pies de la virgen representa un acto de fe único en los desfiles folklóricos de Bolivia, donde en otras épocas del año hay también danzas similares con motivos religiosos en La Paz y Sucre.
La máscara de diablo y el vestuario de rico colorido para un danzarín "de tropa" cuesta el equivalente a 400 dólares, pero el del ángel guía y los siete luciferes tienen un precio de 1.200 dólares.
Junto a "la Diablada Auténtica" este año participan otros cuatro grupos similares y 43 de distintas danzas, entre las más vistosas por su coreografía están las morenadas, cuya danza avanza a paso cansino por el peso de sus disfraces, de hasta 25 kilos.
Son también vistosos, por los saltos de su coreografía, los grupos de Tobas de la región oriental, los arrieros de llamas del altiplano por la cadencia de su ritmo y los sambos caporales de los pueblos afro-bolivianos. Junto a los casi 60.000 danzarines desfilan cinco mil músicos, en especial con instrumentos de percusión y viento que el sábado de la pasada semana pasada tocaron en conjunto en una extraordinaria demostración que figura también en el Guiness.
Las autoridades estiman que más de 100.000 personas llegaron del interior y del exterior desde ayer para ver el desfile por lo que la capacidad hotelera de esta ciudad a 220 kilómetros al sur de La Paz fue rebasada.
La gran afluencia de viajeros incentivo la especulación en la venta de pasajes, por lo que dos de las mayores empresas de transporte urbano fueron clausuradas el viernes en La Paz.
Una centenaria danza de diablos abrió este sábado el mayor desfile del carnaval en Bolivia que en Oruro es una extraordinaria muestra folklórica calificada por la Unesco Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
En una jornada plena de sol, la primera en una semana lluviosa, miles de danzarines de 48 conjuntos representativos de la riqueza cultural de los indígenas de distintas regiones iniciaron temprano un desfile que concluirá en la madrugada del domingo.
La "Tradicional Auténtica Diablada de Oruro", fundada en 1904 y ahora conformada por más de 2.000 danzarines abrió la marcha que recorre cinco kilómetros desde las afueras de la ciudad y culmina en el templo de la Virgen del Socavón.
La danza de los diablos es una representación de la lucha entre el bien, encarnado por el Ángel Miguel que encabeza el grupo de danzarines, y el mal representado por Lucifer seguido de una corte de diablos, que simbolizan los siete pecados capitales.
Fieles a una tradición de siglos, los danzarines ingresan de rodillas al templo de la Virgen de la Candelaria, patrona de los mineros, para ratificar su promesa de participar en el homenaje que le rinden en carnaval al menos tres años seguidos.
El que los danzarines culminen su recorrido rendidos a los pies de la virgen representa un acto de fe único en los desfiles folklóricos de Bolivia, donde en otras épocas del año hay también danzas similares con motivos religiosos en La Paz y Sucre.
La máscara de diablo y el vestuario de rico colorido para un danzarín "de tropa" cuesta el equivalente a 400 dólares, pero el del ángel guía y los siete luciferes tienen un precio de 1.200 dólares.
Junto a "la Diablada Auténtica" este año participan otros cuatro grupos similares y 43 de distintas danzas, entre las más vistosas por su coreografía están las morenadas, cuya danza avanza a paso cansino por el peso de sus disfraces, de hasta 25 kilos.
Son también vistosos, por los saltos de su coreografía, los grupos de Tobas de la región oriental, los arrieros de llamas del altiplano por la cadencia de su ritmo y los sambos caporales de los pueblos afro-bolivianos. Junto a los casi 60.000 danzarines desfilan cinco mil músicos, en especial con instrumentos de percusión y viento que el sábado de la pasada semana pasada tocaron en conjunto en una extraordinaria demostración que figura también en el Guiness.
Las autoridades estiman que más de 100.000 personas llegaron del interior y del exterior desde ayer para ver el desfile por lo que la capacidad hotelera de esta ciudad a 220 kilómetros al sur de La Paz fue rebasada.
La gran afluencia de viajeros incentivo la especulación en la venta de pasajes, por lo que dos de las mayores empresas de transporte urbano fueron clausuradas el viernes en La Paz.
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